Hace veinte años el rock de Guadalajara tenía un templo bien construido, teníamos un refugio al alcance de todos, un sitio donde la cultura alternativa navegaba de manera perfecta, donde las diferencias punks, reggae, ska y todos los géneros podían residir cómodamente y convivir plenos. Estoy hablando del mítico Roxy y sus hermosas tardenoches de los ochenta, de los noventas.
Recuerdo con cariño las banquetas repletas de jóvenes, de adolescentes y adultos esperando pacientes la hora determinada para los shows. En aquellos días era costumbre llegar y crear una fiesta enorme en la calle de Mezquitán y hasta la Avenida Hidalgo, las calles del Roxy. Eran varias horas de convivencia postrados a las afueras del recinto, las tiendas de la redonda hacían su Agosto con venta de cerveza y refresco. Curiosamente nunca vi ningún problema, ninguna pelea, mucho menos ninguna representación de Violencia infundada. Una perfecta armonía de jóvenes que aun observados por la policía, disfrutaban de una suculenta tarde de previa a un concierto.

Los años cedieron al hormigón, la madera se terminó y se hizo vieja, la humedad se acabó los pilares y derribó la pintura. Las deudas y las multas impidieron que los billetes resanaran las paredes. El silencio se fue apoderando del enorme bodegón y de a poco Guadalajara inició un peregrinar que aun no encuentra buscando un nuevo sitio que le abra las puertas y el corazón al rock tapatío.
En este incansable deambular hemos visto escenarios de todos los niveles, estratos y demás, ha habido éxito y fracaso, hemos recorrido la ciudad entera buscando un refugio que nos abrace como el Roxy lo hizo, sin embargo, las coordenadas, las políticas, las intenciones han quedado lejanas aun.

el verdadero templo del rock tapatio!
ResponderBorrarAwuebo Wuicho!
ResponderBorraramen, azadito para ffestejar.
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