martes, 2 de septiembre de 2014

NOSTALGIA Y ESPERANZA




Hace veinte años el rock de Guadalajara tenía un templo bien construido, teníamos un refugio al alcance de todos, un sitio donde la cultura alternativa navegaba de manera perfecta, donde las diferencias punks, reggae, ska y todos los géneros podían residir cómodamente y convivir plenos. Estoy hablando del mítico Roxy y sus hermosas tardenoches de los ochenta, de los noventas.

Recuerdo con cariño las banquetas repletas de jóvenes, de adolescentes y adultos esperando pacientes la hora determinada para los shows. En aquellos días era costumbre llegar y crear una fiesta enorme en la calle de Mezquitán y hasta la Avenida Hidalgo, las calles del Roxy. Eran varias horas de convivencia postrados a las afueras del recinto, las tiendas de la redonda hacían su Agosto con venta de cerveza y refresco. Curiosamente nunca vi ningún problema, ninguna pelea, mucho menos ninguna representación de Violencia infundada. Una perfecta armonía de jóvenes que aun observados por la policía, disfrutaban de una suculenta tarde de previa a un concierto.

La mayoría esperaba paciente a que la ventana de pesada madera abriera y anunciara las últimas localidades disponibles. Los shows eran mayormente exitosos y vibrantes, el lugar, el Roxy tenía una magia impresa que se respiraba solo al dar los primeros pasos. En este sitio estuvieron presentes artistas de todos los movimientos, verdaderas leyendas del rock y del arte mundial, si el pequeño camerino bajo el escenario pudiese regalarnos imágenes de aquellos años tendríamos a Thom Yorke a Manu Chao, Gustavo Cerati y decenas de artistas que hicieron de este recinto un sueño, un altar del rock tapatío. Los que logramos poner los pies en ese escenario, los que logramos sentir la comunión de tocar encima de donde los grandes habían tocado recordaremos esa dicha casi como los que recuerdan haber jugado en Wembley o en el Bernabeu que se yo. El roxy fue el lugar perfecto.

Los años cedieron al hormigón, la madera se terminó y se hizo vieja, la humedad se acabó los pilares y derribó la pintura. Las deudas y las multas impidieron que los billetes resanaran las paredes. El silencio se fue apoderando del enorme bodegón y de a poco Guadalajara inició un peregrinar que aun no encuentra buscando un nuevo sitio que le abra las puertas y el corazón al rock tapatío.

En este incansable deambular hemos visto escenarios de todos los niveles, estratos y demás, ha habido éxito y fracaso, hemos recorrido la ciudad entera buscando un refugio que nos abrace como el Roxy lo hizo, sin embargo, las coordenadas, las políticas, las intenciones han quedado lejanas aun. 

Sin embargo, siempre hay esperanzas y hoy me toca hablar de un lugar que al verlo por dentro y por fuera le tengo cierta similitud. En los próximos días y tras meses de trabajo se acerca la llegada del nuevo Foro Independencia. Un lugar hecho por gente que creyó y vivió en el Roxy, gente que cree en el rock tapatío y en su alcance. Pongo entonces en el nuevo Foro Independencia mis rezos y plegarias para recuperar aquellas tardes y noches llenas de magia, donde el desfile alternativo no tenga fin y luzca para todos. Como en aquellas bellas tardes en Mezquitán 80.



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