Sugiero que los que más opinan de
futbol son aquellos que jamás tocaron una pelota con el pie y con la suficiente habilidad como para dirigirla
hacia cierto lugar o posición. Más aun, estos personajes son los que ahora
defienden la nueva moral del balompié. Digo esto como un comentario de
cansancio ante esa red de gente intachable que quiere que el futbol de los siglos
de los siglos, sea la cuna de las buenas prácticas morales y la cumbre del
nuevo catecismo y civismo mediático. Sin embargo, más me sorprende que los
antiguos actores de nuestro futbol, estén hoy en el retiro de acuerdo con estas
nuevas prácticas.
Cualquiera que haya jugado futbol
anteriormente a nivel competencia, sabrá por supuesto del lenguaje hablado,
gritado, y físico que se vive dentro de la cancha de futbol. Provocaciones,
insultos, burlas, pisotones, empellones, rodillazos…
En 1990 Frank Rijkaard, si, el
intachable otro hora técnico del club Barcelona en un partido de octavos de
final celebrado en Milán dentro de la justa mundialista de Italia, le propinó
un escupitajo artero y cobarde al delantero alemán Rudi Voller quien sin
deberla ni temerla fue amonestado al querer explicar al nazareno lo sucedido.
Minutos más tarde un supuesto choque con el arquero holandés Van Breukelen provoca
otra pequeña gresca entre estos dos jugadores que deriva en la expulsión de los
dos y en un final, rápido, discreto y asqueroso escupitajo más a la cara de Rudi
Voller.
La escena le dio la vuelta al
mundo, toda la prensa hablaba de ello. Las cámaras de televisión mostraban a
cuadro el volar de la saliva del holandés jugador, la cual se mostraba con
cuerpo, blanca, como se luce esta cuando se hace ejercicio, espesa, y
acomodarse en la cabellera del delantero alemán.
¿Es justificable el acto? Seguramente
que no, ¿Lo merecía Rudi Voller? Estoy completamente seguro de que Rijkaard
encontró el motivo suficiente como para haberlo llevado a cabo esa tarde.
Hace unos días el Maza Rodríguez
da un discreto rodillazo a los gumaros del Picolín de los Pumas, y se desató
una campaña para satanizar al defensor azulcrema por agresivo, violento,
mandril… y al universitario se le tachó de un gran provocador. Ambos malos
ejemplos para la comunidad de pequeñines que siguen el futbol por televisión.
En 1990 yo tenía 10 años y fui
testigo de este escupitajo, pero también jugaba el futbol, y lo hacía por
competencia y entendía que la cancha es el lugar donde se lleva la guerra y
esas cosas pasan, y no conozco a nadie que quisiera copiar las bajezas del
holandés en su vida diaria, ¿o acaso los niños de nuestros días, no sean
capaces de discernir estas diferencias?
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