miércoles, 26 de febrero de 2014

ESCUPITAJO-RODILLAZO

Sugiero que los que más opinan de futbol son aquellos que jamás tocaron una pelota con el pie y con  la suficiente habilidad como para dirigirla hacia cierto lugar o posición. Más aun, estos personajes son los que ahora defienden la nueva moral del balompié. Digo esto como un comentario de cansancio ante esa red de gente intachable que quiere que el futbol de los siglos de los siglos, sea la cuna de las buenas prácticas morales y la cumbre del nuevo catecismo y civismo mediático. Sin embargo, más me sorprende que los antiguos actores de nuestro futbol, estén hoy en el retiro de acuerdo con estas nuevas prácticas.
Cualquiera que haya jugado futbol anteriormente a nivel competencia, sabrá por supuesto del lenguaje hablado, gritado, y físico que se vive dentro de la cancha de futbol. Provocaciones, insultos, burlas, pisotones, empellones, rodillazos…
En 1990 Frank Rijkaard, si, el intachable otro hora técnico del club Barcelona en un partido de octavos de final celebrado en Milán dentro de la justa mundialista de Italia, le propinó un escupitajo artero y cobarde al delantero alemán Rudi Voller quien sin deberla ni temerla fue amonestado al querer explicar al nazareno lo sucedido. Minutos más tarde un supuesto choque con el arquero holandés Van Breukelen provoca otra pequeña gresca entre estos dos jugadores que deriva en la expulsión de los dos y en un final, rápido, discreto y asqueroso escupitajo más a la cara de Rudi Voller.
La escena le dio la vuelta al mundo, toda la prensa hablaba de ello. Las cámaras de televisión mostraban a cuadro el volar de la saliva del holandés jugador, la cual se mostraba con cuerpo, blanca, como se luce esta cuando se hace ejercicio, espesa, y acomodarse en la cabellera del delantero alemán.
¿Es justificable el acto? Seguramente que no, ¿Lo merecía Rudi Voller? Estoy completamente seguro de que Rijkaard encontró el motivo suficiente como para haberlo llevado a cabo esa tarde.
Hace unos días el Maza Rodríguez da un discreto rodillazo a los gumaros del Picolín de los Pumas, y se desató una campaña para satanizar al defensor azulcrema por agresivo, violento, mandril… y al universitario se le tachó de un gran provocador. Ambos malos ejemplos para la comunidad de pequeñines que siguen el futbol por televisión.

En 1990 yo tenía 10 años y fui testigo de este escupitajo, pero también jugaba el futbol, y lo hacía por competencia y entendía que la cancha es el lugar donde se lleva la guerra y esas cosas pasan, y no conozco a nadie que quisiera copiar las bajezas del holandés en su vida diaria, ¿o acaso los niños de nuestros días, no sean capaces de discernir estas diferencias?

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