miércoles, 12 de febrero de 2014

NACIONALISMO DEPORTIVO

Esta historia empieza con tres Pointers en octubre de 2005, y con cuatro campeones del mundo que disfrutaban de una comida pero solo tres de ellos recibieron el Pointer del año. El que no recibió se llamaba Carlos Vela, e incrédulo observaba como sus compañeros recibían el auto de manos de su presidente, mientras él al terminar la comida tuvo que abandonar en camión. 
Carlitos no recibió auto sencillamente porque no quiso firmar con su club ante una posible salida a Europa., primer strike de nuestro país en contra del futbolista.
Años después con el joven creando camino de a poco en canchas europeas, se deja venir el segundo strike, cuando sus compañeros de selección no le respaldan y le dejan solo con las multas y castigos por llevar chicas a la concentración de la selección mexicana.
El tercer strike lo produce la nueva prensa purista deportiva, con esa tierna campaña nacionalista en su contra, donde el joven se convierte en el verdugo del país, en un insensible que no debe siquiera dudar en la lealtad de su patria, de su gente.
Y ahí, Carlos Vela, desconozco como muchos el porqué, pero con estos antecedentes maravillosos, se apega a un orgullo, un temor, un rencor, un miedo... cualquiera que sea la razón, el señor no quiere jugar para la selección de su país, por lo menos en este mundial.
Así que la prensa deportiva, repito, en su faceta de nuevo periodismo purista y de sensacionalismo extremo a favor de las buenas prácticas, decide condenar a Carlos con epítetos tales como "antimexicano" "antinacionalista", etcétera.
Tendría que forzosamente cada uno de nosotros evaluarse a si mismo y encontrar nuestros puntos débiles a la hora de enfrentar nuestra mísera realidad nacionalista. Si ser nacionalista es seguir a la selección mexicana al pie del cañón con la verde puesta, estamos muy bien, si el nacionalismo es escuchar la basura de música que produce nuestra radio por años, somos los mejores; si ser nacional es tirar tanta basura como buenos mexicanos, evitar los semáforos y vueltas prohibidas como todos lo hacen hoy en día por identidad bella nacional, estamos en el camino correcto. Y así podría enumerar miles de cosas que nos estigman como mexicanos y que en nuestro día a día practicamos sin recelo.

Carlos Vela podría ser un imbécil, podría ser el mejor o el peor jugador de futbol, pero dista mucho de ser un "antinacionalista" por no querer jugar para la selección de su país. Johan Cruyff por motivos personales y políticos se negó a jugar el mundial del 78, y aun es un héroe para los holandeses, pero nosotros somos excelentes jueces de las actividades humanas. 
Le tengo miedo el nacionalismo, une a las personas en situaciones tanto favorables como desfavorables a su entorno y ciegan ante las ideas de ciertos líderes. Siendo muy dramático, así empezó una segunda guerra mundial, con una campaña que superó los límites del nacionalismo.
No creo que Carlos Vela sea la salvación de la selección mexicana, pero le admiro los pantalones que tiene al desafiar este entorno nacionalista y purista de la prensa que apesta en nuestras televisiones.

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