lunes, 7 de diciembre de 2015

ASÍ FUE MI NOCHE CON NOFX



El viernes me levanté de mi cama con un inquieto sentimiento de cosquilla mental y no era para menos, por la noche podría ver nuevamente a una banda que marcó mi vida de juventud alocada. Y aunque es cierto que esa vida loca cada vez se torna más regular y poco aventurera ante tanto acecho de la edad, la modernidad y las lesiones en las rodillas aun guardo en mis músculos las fuerzas para punkrockear como chaval en concierto gratuito de explanada.

A eso de las 4 de la tarde y tras una carne en su jugo de antología llegué a la prueba de audio de NOFX sin NOFX, punto a favor del punk, aun nos resistimos a las exhaustivas, monótonas y horribles pruebas de audio. Se encargó de esto la gente de la banda y alcancé a percibir cambios de cuerdas y un exagerado bajo de nivel de luz led ya que los viejos músicos no quieren sudar como pollos pechugones, punto en contra del punk pero a favor de su salud.

Antes del show me tomé la suficiente cerveza para calmar las ansias y refrescar ideas y pasos de baile, no comulgo con la onda esa de no tomar antes del show. Luego luego ya me querían rodar las lágrimas al llegar al lugar y ver un hermoso letrero en puerta indicando el sold out del evento, ¡en tu cara Guadalajara de las mismas bandas! Además ver a tantos amigos con la misma enfermedad y fanatismo por estos californianos cuarentones también me estremecían las ideas y la excitación previa a dar un show que quedaría en mis muelas para siempre.

Arriba del escenario fue una comunión de risas, música y beberecua con nostalgia y energía. Me gasté la garganta para dar el ronco aliento de años de sueños y anhelos alrededor de lo que NOFX provocaba en mi vida desde tiempos noventeros y hasta la fecha. Es obvio que ya no soy el fan de antes pero les tengo un agradecimiento eterno guardado por darle sentido a lo que mi vida quiso que hiciera en aquellos años. La crítica a los NOFX por su extinto sentimiento punk es muy grande pero personalmente yo he fallado mucho más, He sido un remedo de punk con tarjetas de crédito y deudas honorables lejos de la profecía que Linoleum supuestamente me deparaba.

Ya después de tocar tomé el lugar de los que padecemos de las rodillas y el miedo al slam que veinte años después para mi luce tan difícil como si yo fuese Billy Elliot alineando para la línea defensiva de los vaqueros de Dallas. Nuevamente quise llorar al ver el recinto lleno hasta las fauces; con el imposible caminar de los treintones y el baile intenso de los mas chavos al frente. Por fin se llegó la hora de ver a NOFX a las 11:30 como lo anunciaba la hojita de papel en el camerino, punto malo para el punk, ya no podemos ni ser impuntuales.

Y así entonces después de una entrada no menos que espectacular e hiriente tras más de 16 años de espera, el gordo Mike y sus amigos lo estaban haciendo de nuevo. Y así entonces cuando sonó "Stickin in my eye" no pude evitarlo y rodé las de cocodrilo por la emoción así sin que nadie me viera. Curiosamente la primera vez que los vi no lloré y me dediqué a volar y volar en el slam locuaz de noviembre del 99. Esta vez si lloré un poco y creo que fue que por un instante de mi vida era completamente feliz. El gordo Mike y el Hefe no lo sabían pero estaban haciendo mi momento tan feliz como hace muchos años no sucedía.

El viernes pasado cumplí el sueño de tocar con ellos, a los punks de california creo que les importa un poco menos que una cuerda cuarta de bajo. Guadalajara demostró que estamos hechos a la altura de eventos grandes cuando se nos ofrecen cosas atractivas. A mi al día siguiente la nostalgia de amistades que tardaré en volver a ver, el no haber conseguido acercarme lo suficiente al gordo Mike y una cruda de punkrocker me curaba mi sábado de treintón punk de a peso. Las lágrimas que me limpié la noche anterior se las dedico a mi vida punk adolescente y le pido perdón por abandonarla pero me dejé alcanzar por la edad y la sensatez.

Gracias NOFX por hacerme un chiquillo una vez más, aunque sea por una noche, aunque sea con deudas en el banco, aunque sea el buen pretexto para llorar de emoción otra vez...





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