miércoles, 26 de noviembre de 2014

SKA SKA SKA



Gustavo Cerati utilizó la estructura del ska en sus principios, los Hombres G acudían a esta forma de hacer música para elaborar sus cortes más bailables, mucha de la música de los ochenta encontraba en el ska el refugio para la composición de los tracks más apegados al gusto masivo. Maná en sus primeros discos lo usaba y de hecho su himno juvenil "Me vale" es un desparpajado ska. Café Tacuva, La Maldita vecindad en un principio fueron bandas de ska nacional, después se quitaron el sello pero no traicionan en muchas ocasiones los ritmos. 

¿En qué momento entonces se hizo un pecado tocar ska? De hecho el problema no es tocar ska sino decir que tocas ska o ponerle la palabra al nombre de tu banda como el gran grueso de las bandas exponentes. ¿Fue acaso la maldición de José Fors la que ultimó el destino del genero en esta ciudad y en este país? ¿Porqué los Liquits o Vampire Weekend pueden hacer ska sin ser sobajados? ¿Porqué las bandas de reggae utilizan el ska para agilizar sus shows sin ser evidenciados? 

La respuesta a estas interrogantes debe estar forzosamente en el desarrollo del ska mismo y todo el entorno que se ha creado alrededor suyo. El ska ha sabido y no existir a lo largo de casi o más de cuarenta años en el mundo pero de muy particular forma. La fórmula equívoca del género ha sido la misma auto exclusión. Esa determinante y terca obsesión de existir como un movimiento único o auténtico al que millones se suman día a día, haciendo la esfera cada vez más grande, cada vez más igual, cada vez menos interesante.

Así desde que las bandas consagradas de ska sin título como La maldita, Cafeta, La lupe etcétera soltaron la estafeta nos hemos encargado de autoaislar el género construyendo sin fin de festivales maratónicos de bandas hechas como copias al carbón. Creamos acoplados y colectivos expertos en el género, no importa realmente quién o cómo, lo importante es sumar y sumar y seguir sumando adeptos. Se ha perdido el control de calidad y se tiene la válvula de la cantidad. Hemos menospreciado a los demás géneros que nos rodean y el día que se nos acercan los miramos feo y nos quedamos sin ideas al escucharlos, solo queremos seguir bailando ska, no importa que diga la canción, no importa nada si se sigue dando vueltas de la paz.

No podemos culpar a los que le dan la espalda al ska, es cierto, hay un rechazo automático que se debe de erradicar ya que el género tiene mucho que ofrecer y lo ha seguido haciendo. Sin embargo el exilio que vivimos en muchos casos es fruto de una sobre exposición y una identidad casi ausente de las propuestas presentes. Hoy en día las radiodifusoras, la televisión y la industria en sí conserva una capa enorme de rechazo ante el género como propuesta comercial. Es cierto, son en muchos casos estúpidos prejuicios ante un enorme aporte de calidad de bandas a lo largo y ancho del mundo, pero es también consecuencia del andar de las mismas bandas.

El ska es hermoso, es cadente, es muy bailable, es una calca de alegría en el rostro, son los pies inquietos buscando sitios para moverse. El ska no es agricultura como dicen los más ingenuos, tampoco es resistencia y autogestión como afirman otros. El ska es un género como uno o como otro y ofrece como otros tantos géneros cuando se hace con imaginación e idea, justamente como cualquier otro género. El ska es para muchos una forma de vida, como para otros es el género a combatir. El ska siempre estará para alegrar ese show de fin de semana y siempre existirá aunque no lleve el nombre impreso.



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