martes, 2 de febrero de 2016

HONESTAMENTE SENSIBLE


Hace dos años no tenía ni la más mínima intención de paternidad e idea de la crianza de un bebé. Mis aspiraciones se mantenían en mi pareja, el punk rock y mis viajes; adrenalinas pasajeras y cerveza embistiendo a puñetazos mi adolescencia rebelde que no quería morir a pesar de las lesiones de rodilla, las canas y las agruras de madrugada. Las ideas de ser padre se conservaban en el rincón más pequeño de una incertidumbre o en una ruleta rusa sexual de alegres dimensiones.

En ese letargo juvenil de resistencia me descubrí a la espera de un bebé de seis semanas y la cabeza explotaba de duda y felicidad abrumante. Sin embargo así como recibí la felicidad encontré desesperación y la soledad interna en espera de un latido que nunca llegó. El bebé de seis semanas se había ido para siempre, nunca escuché su corazón, nunca pudimos conocerle su madre y yo y nos ahogamos en lágrimas enormes de impotencia desesperante. Solo nos quedaron pequeñas frases de aliento, algo de sangre en las rendijas de la regadera, y un silencio sepulcral de tristeza verdaderamente agónica.

Hasta hoy he escuchado que la mayor alegría y el amor más profundo se encuentran en los hijos, yo viví la tristeza más terrible en esos días con la pérdida del mío, encimado en solo dudas, en solo silencio y coraje, en una envidia al prójimo de proporciones gigantes. Se cuentan los días y las horas, se cuentan las lágrimas solitarias. En la pareja las miradas son frías y tristes, uno se toma de la mano y se ofrece alivio y esperanza... la realidad es que por dentro la tristeza carcome y se ahogan gritos de auxilio... no queda más que sonreír en falso.

En mi caso recuerdo una tarde en mi auto y el random de mi ipod jugando con mi fortuna, me dio la canción "Ilumina mi mundo" de Tungas, se me resbalaron miles de lágrimas por fin cantando y ahogando mi dolor encarnado al pecho. Fueron segundos de un grito interno y abrumador pero confortante, un momento katártico de mi dolor interno. Nuevamente el punk rock estaba acariciando mi suerte y mi pesar, nuevamente la música tuvo que llegar a moverme el yo interno.

Entonces hay que enfrentar al mundo, hay que enfrentar a los bebés y niños que crecen a tu alrededor y eso se vuelve el verdadero calvario diario. Hay que saber sonreír al mundo y mentir y pretender que se está perfecto, que nada ha sucedido, que se vuelve a casa y se duerme sonriente. La televisión y las relaciones personales se encargan de bombardear tu cabeza y tu alma y solo queda apretar los labios fuertes y juntar las manos.

Dos años después llegó mi bebé... es cierto, es una bomba de felicidad y algo indescriptible como muchos antes lo decían. Son toneladas de cariño que se ciernen sobre uno y curan malestares del corazón. Llegó un hijo al lugar más necesario tras tanto agobio espiritual y si si es como se dice de increíble y alumbrante. Estoy más feliz de lo que nunca pude haber sido, lloré como nunca había llorado en mi vida, estoy sonriendo como pocas veces lo había hecho antes.

Los días son más felices ahora, el precio no sabría nunca realmente descifrar, se que existen muchos otros que como yo en silencio sobreviven el trago amargo de una pérdida... desde aquí les rindo mi respeto profundo. 

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