Creo que a todos se nos encrucijaron las muelas y se nos dislocaron las uñas de emoción el sábado pasado mientras el Cuau danzaba en los linderos del área grande como si fuera Marco Van Basten y de pierna derecha levantaba una parábola que no entró por escasos dos meñiques de Belinda. El América me importa casi lo que a Belinda este blog pero de mil amores me hubiera gustado ver esa pelota hacerle el amor a las redes del azteca.

El futbol moderno carece de actores y prioriza los atletas aburridos, se ha convertido en una carnicería de músculos y garra en la cancha y en una avalancha de virtudes morales fuera de ella, por lo tanto, hoy en día ser futbolista es cercano al ser humano perfecto en lo físico y en lo moral. El resultado entonces son partidos llenos de fuerza y competencia, algunos increíblemente buenos donde los jugadores y el árbitro despliegan dotes físicas y técnicas y donde fuera de la cancha debemos entenderlos como seres supremos que viven lejos de nuestras asquerosas vidas mundanas de asquerosos humanos comunes y corrientes llevados al vicio y la rutina.
Por eso es fabuloso ver a la cara opuesta del futbol por treinta minutos más, ver al Cuauhtemoc Blanco de la joroba y que nunca fue el más atlético, al que moría en la cancha a su manera y se divertía horrores fuera de ella. Muy pocos jugadores como él aderezan y ponen la pimienta a las canchas con sus ocurrencias y nos dan felicidad con declaraciones picantes y valientes, y nos alejan de la nueva moda de la liga moralista de prensa futbolera. El futbol está secuestrado por seres perfectos dispuestos a despatarrar en contra de cualquier astuta maniobra que cada futbolista pudiera tener, por eso el sábado pasado fue hermoso ver a Cuauhtemoc jugar en campo a pesar de todo.
El futbol debe volver a ser de humanos con errores y atinos, con cerveza y sin ella, con fiestas y sin ellas, con divorcios y amoríos, con lesiones y patadas, con broncas y mentadas, el futbol suplica seguir siendo un deporte de pasión y no una jaula alterna de telenotas.

Hasta siempre Cuau, y gracias pero muchas gracias por el gol contra Bélgica en el 98, de los que más grité en mi vida...